«Aposté por una franquicia que sabía que era ‘caballo ganador’, no por una enseña cualquiera». Estas son las palabras de Mónica, la franquiciada de Nails Factory en Pozuelo.
Cuando entrevistamos a esta emprendedora mallorquina sólo tenía un centro abierto, pero la firme voluntad de encontrar emplazamiento para un segundo Nails Factory. Por entonces –hablamos de la primavera– la marca planeaba abrir su primera unidad en las Islas Baleares. «Hubiese sido un sueño para mí ser la pionera en mi tierra, y de hecho me ofrecieron la posibilidad de abrir en Palma, e incluso de tener la exclusividad para la isla. Y aunque en principio contesté que sí, la logística familiar que me supondría, y el trastorno de no poder tener una persona adecuada para llevarlo, estando yo en Madrid, hizo que al final no me lanzase».
¿Cuándo abriste tu primer centro?
Inauguré aquí, en Pozuelo, el 25 de febrero del año pasado.
¿Qué te llevó a abrir un comercio? ¿Hay tradición en tu familia?
Mi padre ha sido comerciante toda su vida, con varios negocios en Palma de Mallorca. Trabajaba en hostelería, y poseía además cinco tiendas muy enfocadas al turismo. De artículos de regalo, ‘souvenirs’, cambio de moneda… Así que bien puede decirse que forma parte de mi vida el estar detrás de un mostrador, porque ayudaba a atender a los clientes. Además, mi marido y yo tenemos abierto un estanco en Madrid capital desde hace una década.
Entonces, ¿qué te llevó a apostar por una cadena de franquicia, en lugar de abrir un salón de manicura independiente?
Lo cierto es que siempre me apasionó el tema de la estética: manicura y pedicura, peluquería… y como clienta conocía bien Nails Factory y me encantaba su concepto de negocio y la estética de sus centros: cómo trabajaban, la calidad de los productos que usaban, lo bien que se gestionaba el día a día… Por tanto, se puede decir no tanto que me decanté por la franquicia en sí, como por una cadena concreta; porque suponía que me guiarían en la forma de trabajar. Tenía claro que estaba apostando a caballo ganador.
Por supuesto que consulté antes con nuestra competencia directa, y ni punto de comparación. Y ahora que me llama gente pidiendo referencias para adquirir una franquicia de Nails Factory siempre contesto lo mismo: «A mí me va de maravilla, y nunca he tenido problemas. Te recomiendo ponerte en contacto con el Departamento de Expansión, que te va a proporcionar toda la información que necesites».
Desde el momento en que tomaste la decisión, hasta tu primera inauguración, ¿cómo fueron las cosas?
Contacté con la central, y más concretamente con Rito Naranjo, de Expansión, y me confirmaron que no podía inaugurar donde yo quisiera, sino donde se pudiera. En Madrid ya hay un número elevado de centros Nails Factory, y cada una tiene su zona de exclusividad. Mi primera intención era abrir en la capital, que es donde vivo, pero a Pozuelo aún no había llegado la marca. Así que me decidí: es donde viven mis suegros y lo conozco bien.
Encontrar establecimiento nos llevó año y medio. Un día, paseando por la zona donde finalmente abrí, vi una posibilidad de local y llamé enseguida para que me lo supervisaran. Curiosamente les gustó más el de al lado, y a los tres meses me llamaron de la inmobiliaria para decirme que se traspasaba. E inauguramos apenas un mes después, un 25 de febrero. Me costó año y medio, pero más por la búsqueda de ubicación que por otra cosa.
Háblanos de la formación recibida…
Cuando ya la apertura era inminente se formaron las chicas y me formé yo también, tanto para ponerme a realizar servicios, como para llevar el negocio. Suelo estar en la tienda desde las 10 de la mañana hasta las 5 ó 6 de la tarde; todos los días. El negocio funciona, pero cuando está la franquiciada marcha el doble de bien.
Aunque tengas una encargada, como es mi caso, mi presencia hace que las cosas funcionen muchísimo mejor. Gestiono la agenda de una forma determinada, imparto unas pautas a seguir, me encargo de hacer los pedidos, doy las citas, cuando hay que hacer una manicura o pedicura me pongo a hacerla, en fin, hay que estar muy pendientes de las chicas.
Inauguras la tienda y ¿cuáles fueron tus primeras impresiones? ¿Era el negocio lo que esperabas?
Los primeros meses muy asustada, la verdad, porque las agendas estaban menos llenas de lo que hubiese deseado. Los centros de la competencia cercanos trabajan sin cita: llega la gente a la puerta, preguntan si pueden atenderlas, y pasan… Al final, se fue solucionando, porque ese sistema planifica peor las técnicas que necesitas en cada momento. Nosotros confirmamos, un poco antes de abrir, las citas de la mañana, y lo mismo con la agenda de la tarde.
Estoy muy contenta con la zona. El público es muy variado, pero tenemos ya una clientela fiel, por el número de tarjetas de fidelidad; lo que significa que ya han venido 10 veces al centro. Los precios son inmejorables: por 9,90€ llevas tus uñas arregladas durante al menos 15 días. Llegamos a un público muy amplio: tengo desde la niña de 13 ó 14 años que viene con su madre hasta la señora de 75 u 80 años que se hace las uñas todas las semanas. Los hombres son mi siguiente “desafío”.
Tan contenta que te has decidido por un segundo centro…
El rodaje ya lo tenía hecho. Una casualidad, la verdad. Volviendo del gimnasio vi un estupendo local, junto al Colegio Americano. Vinieron a verlo de la central, y en 24 horas tenía autorizada la apertura. De este modo copo los dos extremos de la Avenida de Europa, y así atiendo no sólo a las clientas de Pozuelo, sino al público de Aravaca, que está muy próxima. Se trata de un local estrechito, de 40 metros cuadrados, con 3,5 metros de ancho, pero que me ha permitido tener un puesto más, un almacén, una sala de descanso para las técnicas y una salita de espera. Creo que va a tener la misma aceptación, porque vamos a proporcionar el mismo buen servicio, y siempre nos puede servir también para derivar a las clientas que no deseen una cita lejana.
¿Qué importancia concedes a la ubicación?
El emplazamiento es muy importante, pero estar pendiente de las técnicas también lo es. Mi padre estaba pendiente de sus tiendas desde las 10 de la mañana hasta las 12 de la noche. No puedes dejar tu negocio en manos de terceros.
¿Un ejemplo? He visto algún Nails donde el teléfono sonaba y sonaba, y nunca se cogía. Como no había un responsable, nadie se ocupaba, y resulta que es la principal vía para hacer clientes. En su momento se lo comenté a Yolanda porque me llamó mucho la atención.
Pero el producto es muy bueno, y eso también ayuda. Tenemos la certificación ‘5 free’, que significa que los principales componentes más dañinos para las uñas no aparecen en nuestros productos. Llevo tres años y medio haciéndome la manicura cada 10 días, y mis uñas están sanas y perfectas. Muchas de las clientas que llegan a nosotras –algunas procedentes de los centros orientales un tanto dudosos– se quedan con Nails Factory por la calidad del producto, la higiene, la esterilización… esto es vital. Hay gente que viene con miedo a los esmaltes permanentes o semipermanentes, porque creen que pueden dañar la uña a la hora de retirarlo. Sin embargo, nosotras a la hora de quitar el producto no perjudicamos la placa de las uñas: las sumergimos en nuestro líquido durante 10 ó 15 minutos y el producto se desprende solo, sin agredir la uña.
Siete de cada diez franquiciadas tenéis más de un centro. ¿Tan bien funciona el negocio?
La verdad es que estoy muy contenta con el asesoramiento, con la gestión de la franquicia, con el apoyo que siempre me ha dado la central. Como hay cursos de formación constantemente, poco antes de Semana Santa mandé a cuatro de mis técnicas al curso de formación, previendo la temporada alta. Y de hecho, ya he pedido al departamento de arquitectura que me hagan una ampliación porque se me ha quedado pequeño el local. Están muy pendientes de todas nosotras. Y eso se nota.
¿Qué consejo darías –que te hubiese gustado recibir a ti– a una persona que estuviera en tu situación, hace un par de años?
Que muestren seriedad absoluta, porque de ese modo la relación con la central va a funcionar muy bien. Que les guste, que les apasione el mundo de la estética y la belleza, porque siempre tendrán que estar a la última para atender lo que soliciten las clientas. Yo intento incentivar a mi equipo todos los días, trato de tener a las técnicas contentas, estando disponible para ellas 24 horas; soy a la vez su amiga y su jefa, y mi presencia en la tienda les da mucha tranquilidad.